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Ayer — Octubre 2nd 2025Tus fuentes RSS

De la neutralidad imposible al compromiso activo.

El abordaje de la violencia de género en el ámbito sanitario, especialmente en Atención Primaria durante periodos como el embarazo, tiene un impacto emocional significativo en los y las profesionales, particularmente en enfermería. La exposición continua a relatos y situaciones traumáticas, sumada a factores organizacionales como la carga de trabajo y la falta de apoyo institucional y entre pares, puede derivar en desgaste profesional (burnout), estrés traumático secundario y fatiga por compasión. La confrontación con las propias vivencias y prejuicios, influenciados por la socialización en una cultura patriarcal, puede dificultar una valoración objetiva y generar respuestas emocionales disfuncionales como la sobre involucración o la evitación, perjudicando tanto el bienestar del profesional como la efectividad de la intervención.
Los principales conflictos en la atención primaria relacionados con la aplicación del Protocolo Actuación Sanitaria ante la Violencia de Género son la complejidad en el abordaje de la violencia psicológica, la confrontación con los hombres, la falta de tiempo y la falta de intimidad y confidencialidad en las consultas. Además, se enfrentan a la falta de registro adecuado, ya que algunos profesionales no están sensibilizados sobre cómo registrar los casos, lo que puede llevar a una atención insuficiente, y a la baja adherencia de las mujeres, quienes suelen resistirse a denunciar por miedo, amenazas y falta de soporte familiar, lo que complica el seguimiento de los casos. La ausencia de responsables específicos y la falta de formación continua son también barreras importantes.

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Formación y educación continuada como herramienta para la igualdad y los cuidados de enfermería desde la perspectiva de género

Para conseguir una sociedad sin violencia, elemento primordial de las relaciones humanas, debemos alcanzar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento que sirve de plan de acción global para la libertad y la igualdad y pone de manifiesto que todas las personas nacen libres e iguales y todas tiene los mismos derechos. La igualdad es un pilar necesario para lograr un mundo más sostenible, pacífico, próspero, saludable, eliminando las inequidades injustas y evitables relacionadas con el género.

Tenemos que hacer visibles las desigualdades de género y las violencias contra las mujeres, el primer paso es reconocerlo con formación, ponerle nombre y a partir de ahí comenzar todas las acciones para su erradicación porque lo que está claro es que aquello que no vemos no existe y si algo no existe pues no tengo ninguna responsabilidad sobre su cambio y a estas alturas ningún profesional de la salud debería decir que la igualdad, los derechos humanos, y la violencia contra las mujeres no es un tema de su responsabilidad. Lo que no veo no existe… “síndrome de desatención ciega”.

Posicionamiento ético de enfermería: del compromiso personal a la responsabilidad profesional

Los Principios éticos y bioéticos que rigen los cuidados de enfermería desde una perspectiva de los estudios de género, posicionan claramente a la enfermería en una ayuda desde la ética del cuidado a las mujeres víctimas de violencia de género, desde esta perspectiva  “Las enfermeras tienen la obligación de preservar, respetar y promover activamente los derechos de todas las personas a la salud, en todo momento y lugar. Este derecho incluye la obligación de cerciorarse de que se prestan los cuidados adecuados según los recursos disponibles y de conformidad con la ética de enfermería. Así mismo la enfermera está obligada a asegurarse de que las personas-pacientes reciben información adecuada en palabras comprensibles antes de dar su consentimiento al tratamiento, a los procedimientos, a su participación en una investigación”

Bajo el paradigma de la ética del cuidado la enfermera deberá mostrar:

Empatía para comprender y entender las demandas de las mujeres. Responsabilidad para implicarse en la salud de las mujeres.  Habilidades técnicas para prevención y detección precoz de la violencia de género.  Integridad moral (inherente a la profesión). Ser consciente de la labor asistencial, estar preparada para el abordaje psicológico, social y de género de las mujeres. Para poder transformar la violencia que sufren las mujeres, es decir, el maltrato real y simbólico, debemos estar dispuestas a asumir el compromiso siguiente:

No puede haber neutralidad ante el sufrimiento de las víctimas –la mujer, sus hijos e hijas. Para ofrecer una relación de ayuda a las mujeres víctimas los y las profesionales tenemos que estar convencidas y dispuestas a realizar un “trabajo” hacia un cambio personal.

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